Oranción y Sensibilidad
Lectura del libro de la Sabiduría
Cuando un silencio apacible lo envolvía todo y la noche llegaba a la mitad de su carrera, tu palabra omnipotente se lanzó desde el cielo, desde el trono real, cual guerrero implacable, sobre una tierra condenada al exterminio; empuñaba la espada afilada de tu decreto irrevocable, se detuvo y todo lo llenó de muerte, mientras tocaba el cielo, pisoteaba la tierra. Toda la creación, obediente a tus órdenes, cambió radicalmente su misma naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio una nube que daba sombra al campamento, la tierra firme que emergía donde antes había agua, el mar Rojo convertido en un camino practicable y el oleaje impetuoso en una verde llanura, por donde pasaron en masa los protegidos por tu mano, contemplando prodigios admirables. Pacían como caballos, y retozaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.
Palabra de Dios.
Aleluya, aleluya, aleluya. Dios nos llamó por medio del evangelio para que lleguemos a adquirir la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
l «Es necesario orar siempre». He aquí un mandato para toda la Iglesia, que garantiza su realización encargando, con vínculos de obediencia, a algunos (consagrados y sacerdotes) la tarea de mantener sin desfallecer la oración en nombre de todos. Sin embargo, no es solo misión de estos pocos, sino que nos atañe a todos ser constantes y asiduos en la oración. Jesús espera una respuesta personal de cada uno. l
Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”». Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Palabra del Señor.