Milagro de Calanda, nada hay imposible para Dios. Cristo lo transforma todo.
El Milagro de Calanda: Un Hecho Indudable
El Milagro de Calanda es uno de los eventos más sorprendentes y documentados de la historia de los milagros católicos. Ocurrió en marzo de 1640 en el pequeño pueblo de Calanda, en la región de Aragón, España, y es recordado como la restitución milagrosa de una pierna amputada a un joven campesino llamado Miguel Juan Pellicer. El hecho ha sido ampliamente investigado y verificado por testimonios y documentos de la época, lo que lo convierte en un caso de difícil refutación.
El Trasfondo
Miguel Juan Pellicer, nacido en 1617, era un joven que, tras sufrir un accidente mientras trabajaba en el campo, resultó con una grave herida en la pierna derecha. Este accidente lo llevó a recibir atención médica en Zaragoza, en el famoso hospital de Nuestra Señora del Pilar. Sin embargo, la lesión se complicó tanto que, tras varios intentos infructuosos de salvar la pierna, los médicos decidieron amputarla desde la mitad del muslo.
Después de la amputación, Pellicer permaneció en Zaragoza, donde trabajó como mendigo a las puertas de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Siempre se mostraba devoto de la Virgen del Pilar, rezando y pidiendo su intercesión. Se dice que diariamente ungía el muñón de su pierna amputada con el aceite de las lámparas que ardían frente a la imagen de la Virgen, rogando por su ayuda.
El Milagro
El 29 de marzo de 1640, Miguel Juan regresó a su hogar en Calanda para vivir con sus padres. Esa noche, después de cenar con su familia, se retiró a descansar en una pequeña habitación de la casa. Fue entonces cuando sucedió lo inexplicable: al amanecer, Miguel Juan se despertó y descubrió que su pierna derecha, la misma que había sido amputada dos años antes, había sido completamente restaurada.
Sus padres fueron los primeros en notar el milagro y corrieron a dar aviso a los vecinos y autoridades locales. Pronto, todo el pueblo se enteró de lo sucedido, y la noticia se esparció rápidamente por toda la región. Se formó una comisión para investigar el caso, dado lo extraordinario del acontecimiento.
Verificación del Milagro
El hecho fue objeto de una exhaustiva investigación legal y médica. El 27 de abril de 1641, un año después del milagro, se llevó a cabo un juicio en Zaragoza para determinar la autenticidad del evento. El juicio incluyó testimonios de más de 25 testigos, incluyendo médicos, vecinos, amigos y clérigos que conocían a Miguel Juan antes y después del milagro. Todos confirmaron la amputación de la pierna y la posterior restauración de la misma.
Uno de los testimonios más importantes fue el del cirujano que había realizado la amputación en Zaragoza, quien corroboró que, efectivamente, había cortado la pierna de Pellicer. El tribunal concluyó que no existía explicación natural para lo sucedido y que se trataba de un milagro. El arzobispo de Zaragoza también intervino y, tras evaluar todos los testimonios y pruebas, ratificó oficialmente el milagro.
Il Cammino dei Tre Sentieri (Trascrito) https://youtu.be/WLuQjT5DKPw?si=4Bilnb3VR2wPLOvK
El Milagro de Calanda sigue siendo uno de los eventos más fascinantes de la historia del catolicismo. A diferencia de otros supuestos milagros, este fue meticulosamente documentado y verificado en su momento, con testimonios consistentes y verificables de personas de diversas clases sociales, incluidas autoridades médicas y eclesiásticas. Para los fieles, es un claro ejemplo de la intercesión divina de la Virgen María, mientras que para los historiadores es un hecho extraordinario que desafía toda explicación lógica. El caso de Calanda permanece como un milagro indudable, respaldado por evidencias sólidas y un testimonio histórico sin parangón.
Para entender algo de la relación entre Dios y el tiempo, y Dios y la historia, es decir, Dios ciertamente puede reajustar las cosas que suceden. También puede reajustarlas de tal manera que no se vean las consecuencias. En este caso específico, Dios también podría asegurarse de que la cicatriz ya no se viera y, por lo tanto, hubiera una especie de restitución perfecta. Sin embargo, a pesar de ser omnipotente, Dios no puede asegurarse de que lo que pasó no pasó. ¿Por qué esto? Porque Dios es logos, y no tiene en sí mismo el elemento de contradicción. Por lo tanto, cuando sucede algo que no queremos que suceda, Dios puede reajustar todo, pero no puede asegurarse de que lo que sucedió no sucedió.
Entonces, ¿qué lección debemos sacar de esto, queridos peregrinos? Primero, debemos entender cuál es nuestra grandeza, la grandeza de nuestra libertad. Ya lo hemos dicho antes: el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. ¿Qué significa esta imagen y semejanza? Que hemos recibido de Dios la libertad, la voluntad y la inteligencia, las tres facultades del alma. Desde un punto de vista cualitativo, estas tres facultades son idénticas a las de Dios, aunque con una brecha infinita. La libertad infinita de Dios es una cosa; nuestra libertad finita es otra. Lo mismo ocurre con la voluntad y la inteligencia. Pero tenemos verdadera libertad y, por lo tanto, a través de ella, podemos generar resultados eternamente felices (el cielo) o eternamente infelices (el infierno). Ante esta libertad, Dios, en cierto modo, es impotente, como decía San Agustín: "El que te creó sin ti no puede salvarte sin ti".
Dios puede reajustar la historia, pero no puede asegurar que lo que pasó no pasó. Esto debe repetirse una y otra vez como advertencia, para que podamos entender nuestra responsabilidad de relacionarnos con nuestra vida de manera seria. La seriedad nunca es algo ligero; permítanme este juego de palabras. Debemos relacionarnos seriamente con nuestra vida, entendiendo que en nuestra libertad también está nuestro destino. Podemos construir actos que nunca podrán ser cancelados: actos hermosos que serán esculpidos eternamente, o malos actos que podrán ser purificados por nuestro espíritu penitencial y la infinita misericordia de Dios. Pero, de hecho, esos actos siempre estarán en la historia, porque Dios no puede asegurarse de que lo que pasó no haya pasado.