Tolerancia ¿Palabra maldita?

Tres audios para este tema. 
 1.- Luis Román, youtuber colombiano, nos habla de EWTN y el Papa Francisco 
 2.- P Antonello Lapica, nos recuerda la envidia como actúa en nuestra vida cómo cristianos 
 3. Fray Nelson Medina, reflexiona sobre la palabra tolerancia.


   

  Desde el Evangelio


1a. ¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta! (Números 11, 25-29) Salmo Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón. (Salmo 18) 2a. Vuestra riqueza está corrompida. (Santiago 5, 1-6) Evangelio El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela (Marcos 9, 38-43. 45. 47-48)


Una palabra casi insufrible

1.1 Si hay una palabra que despierta toda la atención y toda la prevención de nuestro tiempo es la palabra "tolerancia". Es intolerable no ser tolerante. 

 1.2 La tolerancia, como virtud social, nació en los estertores convulsionados del siglo XVIII. Los racionalistas la asumieron casi como su propia religión y a la vez la utilizaron para vapulear con saña a la que juzgaron como la gran intolerante, la Iglesia Católica. Voltaire, sobre todo, parecía no terminar de saciarse en su encono y en su denuncia de la superstición y de la intolerancia que, según su opinión, florecían a su antojo entre los católicos. Por aquella época parecía de buen gusto admitir un "algo", un "primer arquitecto", un "dios" impersonal y lógico. Por el contrario, afirmar la verdad de la revelación bíblica y la verdad de la misión de la Iglesia se tenía por ridículo, irracional y proclive a la intolerancia. En resumen: la "razón" quedó como sinónimo de "tolerancia" y la fe en un Dios personal como fuente de intransigencia y fanatismo. 

 1.3 Así siguieron las cosas en la accidentada historia de estas ideas tan queridas para la Ilustración. La masonería, el anarquismo, el liberalismo como filosofía y el comunismo como propuesta revolucionaria, bebieron cada uno a su modo de este caldo racionalista y por tanto siguieron viendo en la Iglesia, y después en todo credo organizado, una amenaza para la virtud social de la tolerancia. Todavía en nuestro tiempo es fácil oír críticas acerbas a la enseñanza católica, porque "se niega" (sic) a ponerse a la altura de los tiempos admitiendo por ejemplo que una relación entre homosexuales llegue a tener los mismos derechos de familia que una entre hombre y mujer. Son resabios que vienen del siglo de la Ilustración. Es explicable, según esto, que muchos sientan que es hipócrita e insufrible, por decir lo menos, que los católicos hablemos de tolerancia.

 2. Sentido Cristiano de la Tolerancia 

2.1 Las lecturas de este domingo, particularmente la primera y el evangelio, van sin embargo en ese sentido. Y debemos decir, sin complejos ni arrogancias, que hay un sentido cristiano de la tolerancia. Así por ejemplo nos enseña el Concilio Vaticano II en su Decreto sobre la Libertad Religiosa, n. 

 2.2 "Declara este Concilio Vaticano que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Libertad, que consiste en que todos los hombres han de ser libres de toda coacción por parte de individuos, grupos sociales o cualquier poder humano, de tal modo que en materia religiosa nadie sea obligado a obrar, contra su conciencia, mas que tampoco sea impedido, dentro de los debidos límites, para obrar en conformidad con ella, ya solo ya asociado con otros, tanto privada como públicamente. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa se funda radicalmente en la dignidad misma de la persona humana, tal cual se conoce por la palabra de Dios y por la razón misma. Derecho a la libertad, en la persona humana, que de tal modo ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad que se le considere como un derecho civil. 

 2.3 "Por su propia dignidad, todos los hombres, en cuanto que son personas, esto es, dotados de inteligencia y libre voluntad, y, por ello, dotados de responsabilidad personal, se sienten movidos por su propia naturaleza y por obligación moral a buscar la verdad, en primer lugar la que corresponde a la religión. También están obligados a adherirse a la verdad, una vez conocida, y a ordenar toda su vida según las exigencias de la verdad. Mas los hombres no pueden en modo alguno cumplir dicha obligación, en conformidad a su naturaleza, si no gozan de libertad psicológica al mismo tiempo que de la inmunidad de coacción externa. Luego el derecho a la libertad religiosa no se funda en una exigencia subjetiva de la persona, sino en su misma naturaleza. Por esto, el derecho a tal inmunidad subsiste pleno aun en los que no cumplen con su obligación de buscar la verdad y de adherirse a ella; y su ejercicio no puede impedirse, siempre que se guarde el justo orden público". 

 3. El Santuario de la Conciencia 

3.1 Es el santuario de la conciencia el lugar donde Dios, y sólo Dios, puede hacer su obra, y en esto resulta contraproducente querer ayudarle demasiado a Dios... Escribe al respecto Juan Pablo II, en su mensaje del 1° de enero de 1991: 

 3.2 "Ninguna autoridad humana tiene el derecho de intervenir en la conciencia de ningún hombre. Esta es también testigo de la trascendencia de la persona frente a la sociedad, y, en cuanto tal, es inviolable. Sin embargo, no es algo absoluto, situado por encima de la verdad y el error; es más, su naturaleza íntima implica una relación con la verdad objetiva, universal e igual para todos, la cual todos pueden y deben buscar. En esta relación con la verdad objetiva la libertad de conciencia encuentra su justificación, como condición necesaria para la búsqueda de la verdad digna del hombre y para la adhesión a la misma, cuando ha sido adecuadamente conocida. Esto implica, a su vez, que todos deben respetar la conciencia de cada uno y no tratar de imponer a nadie la propia "verdad", respetando el derecho de profesarla, y sin despreciar por ello a quien piensa de modo diverso. La verdad no se impone sino en virtud de sí misma.
 
 3.3 "Negar a una persona la plena libertad de conciencia y, en particular, la libertad de buscar la verdad o intentar imponer un modo particular de comprenderla, va contra el derecho más íntimo. Además, esto provoca un agravarse de la animosidad y de las tensiones que corren el riesgo de desembocar o en relaciones difíciles y hostiles dentro de la sociedad o incluso en conflicto abierto. Es a nivel de conciencia como se presenta y puede afrontarse más eficazmente el problema de asegurar una paz sólida y duradera".



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Rosa Mística