4 Ideas Católicas Tradicionales que Desafían la Noción Moderna de Libertad

 4 Ideas Católicas Tradicionales que Desafían la Noción Moderna de Libertad

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Introducción: ¿Y si la libertad de elegir no fuera un derecho absoluto?

La "libertad de elección" y la "libertad religiosa" son valores casi sagrados en la sociedad moderna. Se consideran derechos fundamentales, la base sobre la que se construyen las democracias liberales. Sin embargo, existe una perspectiva doctrinal, la católica tradicional, que observa este concepto desde un ángulo radicalmente diferente. Un evento reciente —la decisión de la Universidad de Catanzaro de abrir una capilla para estudiantes musulmanes— sirve como catalizador para explorar esta visión. Este hecho, aparentemente menor, revela un marco de pensamiento con implicaciones sorprendentes sobre la verdad, el error y el orden social, desafiando nuestras suposiciones más arraigadas.



1. El Error No Tiene Derechos, Solo la Verdad los Tiene

El principio fundamental de la doctrina católica tradicional (dottrina di sempre della Chiesa) es una distinción radical entre la verdad y el error. Según esta visión, solo la verdad posee derechos inherentes que deben ser reconocidos y defendidos. Al error, por su propia naturaleza, no se le puede conceder ninguno.

Desde esta perspectiva, el concepto moderno de "libertad religiosa" es problemático si se entiende como un "derecho a elegir el error". La doctrina sostiene que, si bien una persona puede equivocarse, el error en sí mismo no puede ser elevado a la categoría de derecho.

"mientras la verdad tiene sus derechos, el error no puede tener alcun derecho."

Este no es un mero punto de debate teológico; la doctrina lo considera el dique que previene la caída en el relativismo y protege un pilar fundamental: la creencia en un único camino hacia la salvación.

2. Tolerar No Significa Reconocer un Derecho

Aquí reside una distinción crucial: la diferencia entre "tolerancia" y "derecho". Aunque la doctrina tradicional afirma que el error no tiene derechos, sí admite un principio de tolerancia hacia otros cultos por razones prácticas y prudenciales, como la necesidad de salvaguardar la paz pública.

Sin embargo, esta tolerancia es una concesión social, no un reconocimiento de que las creencias erróneas posean la misma validez o estatus que la verdad. Pensemos en ello de esta manera: se puede tolerar el ruido de la fiesta de un vecino para mantener la paz en el edificio (un acto de prudencia), pero eso no es lo mismo que concederle el "derecho" a hacer ruido a cualquier hora. La tolerancia es una concesión práctica; un derecho es un reconocimiento fundamental de la legitimidad.

"la práctica de la tolerancia 'no significa... reconocer el principio [o] el derecho de elegir el error'."

Este concepto desafía la tendencia moderna a fusionar la aceptación social con la validación moral. Para la doctrina tradicional, se puede permitir que algo exista en la esfera pública sin por ello concederle la dignidad de ser un "derecho".

3. La Libertad Religiosa Como Camino al Relativismo

Según la perspectiva doctrinal tradicional, aceptar la libertad religiosa —entendida como el derecho a elegir el error— desencadena una cadena de consecuencias lógicas. Cuando un Estado concede un "derecho" al error, implícitamente declara su incapacidad o su falta de voluntad para distinguir entre la verdad y la falsedad en la esfera pública. Este acto de ponerlos en el mismo plano legal es, en esencia, la institucionalización del relativismo.

Este relativismo ataca directamente principios doctrinales decisivos. Primero, el "exclusivismo salvífico del catolicismo", que sostiene que la salvación solo se encuentra en la Iglesia Católica. Segundo, ataca frontalmente otra doctrina: la "Realeza Social de Cristo", la idea de que los estados mismos tienen el deber de honrar públicamente la verdad católica. Cuando se acepta la libertad religiosa como principio, inevitablemente "el error es puesto al mismo nivel que la verdad".

4. Los Dos Tipos de Laicidad (y la Sorprendente Versión Americana)

Una vez que una sociedad acepta el principio de libertad religiosa, el resultado lógico es un estado laico. Sin embargo, esta laicidad puede manifestarse en dos modelos principales:

1. Laicidad maximalista (o laicismo): De herencia jacobina francesa, busca excluir activamente cualquier manifestación religiosa de la esfera pública.

2. Laicidad minimalista (o "soft"): De origen anglosajón, permite que todas las expresiones religiosas, pseudo-religiosas o incluso contra-religiosas se manifiesten públicamente en igualdad de condiciones.

El ejemplo más claro y potente de la laicidad minimalista es el modelo estadounidense. En este sistema, incluso las "iglesias satanistas" tienen derecho a publicitarse, siempre que declaren que sus actividades no comprometen el orden público. Este ejemplo ilustra la conclusión lógica de un sistema que otorga los mismos derechos públicos a todas las creencias, sin distinción entre verdad y error.

Conclusión: Una Verdad Incómoda o un Marco Olvidado

Desde esta perspectiva doctrinal, el caso de la Universidad de Catanzaro deja de ser una simple historia sobre inclusión. Se convierte en la conclusión lógica de un largo proceso de pensamiento. Si una sociedad primero acepta que el error tiene derechos (Idea 1), luego confunde la tolerancia práctica con un reconocimiento de legitimidad (Idea 2), inevitablemente institucionaliza el relativismo al poner la verdad y el error en el mismo plano legal (Idea 3). El resultado final es una plaza pública donde todas las creencias, sin importar su contenido, reclaman el mismo espacio, ya sea una capilla católica, un oratorio musulmán o un anuncio de una iglesia satanista (Idea 4).

Este marco tradicional, tan ajeno al pensamiento moderno, nos obliga a reconsiderar los cimientos de nuestras propias creencias sobre la libertad. La pregunta que queda abierta es provocadora: ¿Qué sucede cuando una cultura decide formalmente que la verdad y el error tienen los mismos derechos para competir en la plaza pública?


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Rosa Mística