La memoria - casa, templo y enterramiento

La ponencia de Higinio Marín articula una reflexión antropológico-filosófica sobre la memoria profunda como fundamento de la civilización, centrada en la gestión de la ausencia a través de tres instituciones: la tumba, la casa y el templo. Estas se sostienen en una memoria que no olvida, permitiendo al universo “caber la ausencia” y transformarse en “mundo”. A continuación, resumo y clarifico los puntos clave, integrando el arraigo cristiano y las referencias proporcionadas:

1. Los Enterramientos (Tumbas): Localización de la Ausencia

Concepto central: La sepultura es el acto universal por el cual los vivos cumplen un deber absoluto hacia sus muertos: darles un lugar. Este acto trasciende la mera disposición del cuerpo (enterramiento, incineración, etc.) y localiza físicamente la ausencia del fallecido.

Memoria profunda: La tumba es posible gracias a una memoria humana que supera la etología animal, capaz de mantener un vínculo identificatorio con una ausencia persistente. Esta memoria no solo recuerda, sino que crea un “dentro” en el universo, un espacio donde la ausencia se hace patente.

Función civilizatoria: La sepultura convierte al universo físico en “mundo”, un cosmos humano donde la ausencia tiene cabida. Es un “memorial del muerto después de muerto”, un lugar de vigilia de la ausencia.

Cita clave: “La sepultura es el sitio donde localizamos al muerto y cuando vamos a verlo nos encontramos que obviamente el muerto está muerto o sea está ausente y sin embargo está ausente en aquel lugar como en ningún otro.”

2. La Casa: Vigilia de la Ausencia

Concepto central: La casa, al igual que la tumba, es un espacio constituido por la memoria que preserva la presencia de los ausentes. Marín usa el ejemplo de Penélope en La Odisea, cuya memoria de Ulises sostiene la casa, en contraste con Clitemnestra, cuya memoria se pervierte en rencor.

Memoria y ausencia: La casa es el lugar donde la ausencia de alguien (como Ulises) se mantiene vigente por el recuerdo de quienes la habitan. Es un espacio de espera y vigilia, donde “la primera noche las luces no se apagan” si alguien falta.

Rol femenino: Marín sugiere que tanto la tumba como la casa tienen una “sede primada en lo femenino”, asociada a una memoria que no olvida, aunque aclara que esta observación se basa en su experiencia personal (sus hijas y esposa).

Cita clave: “La casa es el lugar de la vigilia de la ausencia como la tumba [...] en la casa que está constituida por tu presencia la primera noche las luces no se apagan.”

3. El Templo: Ausencia Sacralizada

Concepto central: Inspirándose en Nietzsche, Marín propone que los templos antiguos surgen de las tumbas, como espacios sacralizados donde la ausencia (de dioses o muertos) se hace patente. La delimitación entre lo sagrado y lo profano establece un lugar donde el poder divino está presente por su ausencia.

Transformación cristiana: Los templos cristianos heredan esta “arqueología funeraria”, pero la trascienden con la noción del sepulcro vacío y la presencia real de Cristo en la Eucaristía. El templo cristiano no es solo un memorial de ausencia, sino un espacio de presencia divina.

Cita clave: “Los templos cristianos [...] asumen suspendiendo y superando la arqueología funeraria de los templos [...] por la afirmación de la presencia real.”

4. Dimensión Cristiana

Memoria profunda y cristianismo: La memoria que guarda en el corazón, ejemplificada en María (“guardaba en su corazón”, Lucas 2:19, 2:51), refleja la capacidad humana de reponer interiormente la presencia de los ausentes. En latín, recordare (recordar) implica “reponer en el corazón”, conectando la memoria profunda con la interioridad cristiana.

Purgatorio: Marín cita a Rahner para destacar que el purgatorio no es una reliquia, sino la forma cristiana de una convicción humana universal: los vivos tienen deberes hacia los muertos, como oraciones o beneficios. Esto refuerza la idea de la sepultura como un acto de memoria activa.

Sepulcro vacío y presencia real: El cristianismo transforma la lógica de la tumba y el templo al afirmar la resurrección (sepulcro vacío) y la presencia eucarística, superando la ausencia pura por una presencia viva.

Cita clave: “María guardaba en su corazón [...] la idea de memoria profunda como vigilia de la ausencia es también la idea de la memoria que abre una interioridad en la que se reponen las presencias de los ausentes.”

5. Civilización y Memoria

Tesis central: No hay civilización sin memoria. La tumba, la casa y el templo son instituciones fundacionales que surgen de la capacidad humana de gestionar la ausencia mediante una memoria profunda.

Vico y las costumbres humanas: Citando a Giambattista Vico (La ciencia nueva), Marín subraya que todas las naciones, bárbaras o civilizadas, comparten tres costumbres: religión (templos), matrimonios solemnes (casas) y sepulturas (tumbas). Estas constituyen la “humanidad de las naciones”.

Riesgo contemporáneo: Marín advierte que la modernidad intenta instituir una civilización sin memoria, lo que amenaza los fundamentos de lo humano.

Cita clave: “No hay civilización sin memoria y como nosotros precisamente estamos intentando instituir una civilización sin memoria.”

6. Conexión con lo Femenino

Marín propone que la memoria que sostiene la tumba y la casa está vinculada a lo femenino, como se ve en Penélope (memoria preservadora) frente a Clitemnestra (memoria rencorosa). Aunque reconoce que esta idea puede no ser “feminista”, la basa en su experiencia personal y en arquetipos literarios.

María, como figura que “guarda en el corazón”, encarna esta memoria profunda en el cristianismo, conectando lo femenino con la interioridad y la presencia de los ausentes.

Síntesis

La tumba, la casa y el templo son espacios donde la memoria profunda humana localiza y gestiona la ausencia, transformando el universo físico en “mundo”. La sepultura es el memorial de la ausencia; la casa, el lugar de la vigilia de la ausencia; y el templo, la sacralización de la ausencia que el cristianismo trasciende con la presencia real. Estas instituciones, sostenidas por una memoria que no olvida (asociada a lo femenino en la reflexión de Marín), son pilares de la civilización. El cristianismo asume y transforma esta dinámica al enfatizar la memoria interior (María), la resurrección y la presencia eucarística, redefiniendo la relación entre los vivos, los muertos y lo divino.




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Rosa Mística