Mal menor o la ética de la decisión

 El concepto del "mal menor" en la filosofía moral cristiana ha sido objeto de debate durante siglos. Santo Tomás de Aquino, uno de los más influyentes teólogos en la historia de la Iglesia Católica, abordó este tema en sus escritos. Según él, en situaciones donde todas las opciones disponibles conllevan algún grado de mal, elegir la que cause menos daño podría ser moralmente justificable. Sin embargo, este principio se enfrenta a un desafío crucial cuando se aplica a situaciones en las que el mal es evidente y claro.




El "mal menor" se basa en la idea de que, en un mundo imperfecto, los seres humanos pueden verse obligados a tomar decisiones difíciles en las que ninguna opción es totalmente buena. Sin embargo, cuando el mal es claro y evidente, esta opción se vuelve insostenible. Aquí se explora por qué el "mal menor" no puede aplicarse en tales circunstancias.


Primero, la naturaleza del mal evidente.

El mal evidente es aquel que es innegable y manifiesto, cuyas consecuencias son claramente dañinas o inmorales. En tales casos, el mal no es un mero efecto secundario no deseado de una acción que en general es buena, sino que es parte integral y central de la acción misma. Elegir el "mal menor" en este contexto implica aceptar conscientemente un mal que, aunque menor en comparación con otros posibles males, sigue siendo moralmente inaceptable. Aquí radica la primera dificultad con el principio del "mal menor": no todas las formas de mal pueden ser relativizadas o jerarquizadas. El mal, cuando es evidente, requiere una respuesta que no puede justificar su existencia o minimización.


Segundo, la moralidad no puede ser reducida a una simple comparación de males.

La enseñanza cristiana subraya la importancia de la intención detrás de las acciones. Enfrentarse a una elección moral implica más que simplemente evitar el mayor de dos males; se trata de buscar el bien y rechazar activamente el mal. Si una opción conlleva un mal evidente, no basta con decir que se está eligiendo el mal menor. La moral cristiana no permite una justificación que ignore la gravedad del mal involucrado, independientemente de si se compara con otro mal mayor.


Tercero, la complicidad en el mal.

Cuando se elige un mal evidente bajo la justificación del "mal menor", se corre el riesgo de volverse cómplice del mal. Este riesgo de complicidad es un aspecto fundamental que la moral cristiana no puede pasar por alto. Elegir un mal menor en una situación donde el mal es claramente evidente podría implicar una aceptación implícita de ese mal. Esto contradice los principios cristianos de responsabilidad moral y rechazo del mal. La complicidad en el mal, incluso en su forma menor, socava la integridad moral del individuo y distorsiona los principios éticos que deben guiar sus decisiones.


Cuarto, el riesgo de relativismo moral.

Aplicar el principio del "mal menor" en situaciones de mal evidente puede llevar a un relativismo moral peligroso. La idea de que cualquier mal puede ser aceptable si es menor en comparación con otro mal mayor abre la puerta a una justificación progresiva de males cada vez mayores. La moral cristiana se basa en la existencia de principios éticos absolutos que no deben ser comprometidos. El riesgo de relativismo se presenta cuando estos principios se erosionan en favor de un cálculo utilitarista que permite la aceptación de algún grado de maldad.


Quinto, la alternativa del bien mayor.

En lugar de centrarse en la minimización del mal, la moral cristiana alienta a buscar activamente el bien mayor. Esto significa que, en situaciones donde todas las opciones parecen malas, los cristianos están llamados a encontrar o crear una alternativa que refleje un bien verdadero, aunque pueda requerir sacrificios o ser menos conveniente. Optar por el mal menor en presencia de un mal evidente es renunciar a la búsqueda del bien mayor, lo que va en contra del espíritu del mensaje cristiano de amor y justicia.


Sexto, el testimonio y el escándalo.

Elegir un mal evidente, aunque sea bajo la premisa del mal menor, puede causar escándalo y mal testimonio a los demás. La vida cristiana está llamada a ser un testimonio del bien y de la verdad. Cuando un cristiano elige un mal evidente, envía un mensaje confuso al mundo sobre lo que es moralmente aceptable. Este escándalo no solo afecta al individuo, sino que también puede dañar la percepción de la moral cristiana en la sociedad.


Conclusión

El concepto del "mal menor" puede tener aplicaciones legítimas en situaciones moralmente complejas, pero su aplicación se vuelve problemático cuando se enfrenta a un mal evidente. La naturaleza inaceptable de un mal evidente, la necesidad de evitar la complicidad, el peligro del relativismo moral, la obligación de buscar el bien mayor y el deber de dar un buen testimonio son razones por las cuales este principio no puede ser justificado en tales circunstancias.



https://youtu.be/SMe8QUYFEVo?si=ZM83mep_VW8yeFa0

El mal menor no es aplicable cuando se trata de un mal evidente. La moral cristiana demanda una respuesta que rechace el mal en todas sus formas, sin justificación. Esto no solo preserva la integridad moral del individuo, sino que también refuerza el compromiso con los principios éticos que definen la vida cristiana.

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Rosa Mística