Refugio de pescadores, María Rosario
Oh Madre dulcísima y feliz, Tú que no conociste sombra de pecado, así como tu Hijo amado, verdadero hombre y verdadero Dios, muéstrate siempre el refugio de los pecadores y sé especialmente "en la hora de nuestra muerte", para que el alma que expira entre tus brazos sea acogida, a través de ti, por Jesús junto con los destinados al Paraíso.