Viernes Santo

Evangelio comentado P. Antonello Lapicca.

HOY EL NOVIO ESCRIBE Y FIRMA CON SU SANGRE EL DOCUMENTO CON QUE SE UNE A SU ESPOSA 

La angustia de Jesús que eleva al Padre una oracion con la sangre que sólo el amor auténtico puede derramar. Jesús, el Novio que quiere a la novia hasta al final, y la novia dormida, incapaz de sustentar el peso que supone el amor. Toda la Pasión de Jesus se cumple en el Getsemani, dónde su naturaleza humana es entregada a la voluntad del Padre. Postrado sobre la tierra de la cual  todos somos hechos, Jesús firma hoy su Ketubah con que, acogiendo la voluntad del Padre que nos ha creado para Él, se empeña en hacer de nosotros su novia. 

En la boda judia la Ketubah fue en efecto un documento en el que estaban registradas las condiciones fundamentales impuestas al marido por la Torah. Éstas fueron parte integrante de la boda porque, aceptándolas, el marido se obligaba a proteger a su novia. Como el "mohar" bíblico, la Ketubah estableció el así llamado "precio" de la novia, pagado por el futuro novio que acogía en su casa a la prometida, empeñándose a proveer  su vida y  aquella, la prole.

Con su sangre derramada para lavar cada uno de nuestros adulterios, Jesús nos ha reengendrado como a vírgenes castas elegidas por el Padre para un único Esposo. Con la misma sangre ha redactado el documento con el que nos ha acogido en su intimidad empeñándose en protegernos y a proveer por nuestra vida. El relato de su Pasión desvela delante de su novia la Ketubah escrita y firmada por el Novio. Cada instante, cada palabra, cada gesto constituye una letra ensangrentada que testimonia la autenticidad y el valor infinito de su amor hacia nosotros. Porque el amor no es un sentimiento si no el empeño duro y a menudo cruento de fidelidad. 

Cada golpe de flagelo, cada insulto, cada escupitajo, y luego los clavos, las espinas, la Cruz, el vinagre, la asfixia, la soledad y el extremo abandono, son algunas entre las condiciones que Jesús ha aceptado  pagar, el precio de nuestro rescate. Jesús ha sido fiel proveyendo a nuestra salvación, cargándose cada  infidelidad. No nos ha juzgado ni rechazado. Nos ha querido, siempre, paso tras de paso, dolor tras de dolor, hasta al final, hasta a la tumba que ha decretado nuestra quiebra. Jesús ha querido a una novia adultera, preparada para los amantes, narcisísticamente redoblada a contemplar su propio yo llegado a ser dios. Jesús se ha casado con cada centímetro de nuestra historia registrada, instante tras instante, pecado tras pecado, en los acontecimientos, con las palabras y en los personajes de su Pasión. 

Pero ésta ha sido el parto doloroso de la bodas decidida en las entrañas del Gestemani. En ello Jesús nos acogió libremente experimentando con antelación, el sudor frío de la agonía; en aquel jardín saboreó el dolor que supone querer a una novia adultera hasta dentro de su traición más grave, la que la ha conducido a matar a su Novio.

En el Getsemani del Shemà cumplido, Jesús ha experimentado en su corazón, en su mente y en su carne el sacrificio que habría significado pagar el precio para honrar la Ketubah con que atarnos a Él. Jesús sufre, ha temblado asediado por la angustia, ha sudado la sangre que derramará después de poco, y ha aceptado con amor infinito la Ketubah que el Padre le entregó: "Abbà, Papá, todo es posible a ti... me crees, es duro beber  la copa de estas bodas. Es amargo como la hiel y áspero como el vinagre, como la novia con que me llamas a beberlo. Si fuera posible pasaría más allá de el, pero... pero el amor es no seguir la carne y sus deseos; es no hacer según mi voluntad humana. El amor es acoger a la novia que tú has preparado para mí, sin reservas, echando mi carne en la obediencia que me hace Dios contigo." Y Jesús ha tomado de las manos del Padre la Copa de la alianza para llenarlo con su sangre, en el que habría celebrado y bendecido la bodas con nosotros. Porque, como dicen los rabinos, no se celebran los Kiddushin (bodas) de otra manera que con el vino. 

Según la Ley judia los novios no podian vivir juntos hasta a que el novio no hubiera entregado la Ketubah a la novia mientras se recitaban las bendiciones del noviazgo. Para entregarla a cada uno de nosotros Jesús ha tenido que caminar en la Pasión, subir a la Cruz y bajar al sueño de nuestra misma muerte. Donde viene también en esta Pascua a despertarnos, para entregarnos su amor incorruptible en el que nos casa eternamente. Es verdad que en el Gestemani de las elecciones nos hemos quedado todos dormidos. El miedo de querer hasta el fondo, nos ha recargado el corazón. Ésta es la novia de Cristo, tú y yo, arrollados por la angustia porque todavía esclavos en el Egipto de la mentira ("Egipto" en hebreo significa justo "angustia"). 

Pero Jesús también baja hoy en el jardín a buscar a su novia, se hunde en su mismo sueño de muerte para luchar en su lugar, vencer y así despertarla a la vida que no muere. Ocurre en el Misterio Pascual lo que ocurrió durante la Creación de Eva plasmada por la costilla de Adán durmiente; como ocurre durante la alianza entre Dios y Abraham caídos en un sueño profundo mientras el fuego divino pasaba bajo las carcasas de los animales desgarrados.

La Ketubah, en efecto, es un contrato unilateral en el que son registrados los deberes del novio hacia la novia. En esta Pascua tenemos sólo que ser nosotros mismos: dormidos en los pensamientos y actitudes, pero con el mismo corazón de la novia del Cantar de los Cantares, despierto como el ascua chisporrotea bajo la ceniza del sueño, en la espera del Novio para el cual hemos sido creados. ¡Sí, no hemos nacido para echar la vida en la tumba de las quiebras! Hemos nacido para encontrar el querido de nuestro corazón, lo único que ha escrito y firmado la Ketubah capaz de dar sentido y cumplimiento a nuestra vida. 

Y el Novio vendrá, como ya sobre el Sinai "la Shekhinah de Dios ha salido encuentro al pueblo como un novio que sale al  encuentro de la novia" (Mekhilta al libro del éxodo), para entregarle la Torah, la Ketubah celeste con el que Dios se empeñó en conducir a su Pueblo en el camino de la vida. Y como Israel, hemos rasgado en la infidelidad a la alianza. Por éso viene de nuevo el Novio para entregarnos la Ketubah cumplida en su carne. Ella certifica que la boda ha tenido lugar entre dos novios bien identificados, tú y yo, la Iglesia y su Dios; sobre de ella son registrados la fecha y el lugar de la celebración, esta Pascua, en tu historia. 

Ánimo hermanos, porque la Pasión con la cual Jesús ha cumplido la Ketubah será nuestra propiedad más preciosa, la prenda y el memorial a que la novia se apoyará cada día para caminar en la vida nueva bajo la protección del Novio. La ha cumplido por nosotros y la cumplirá en nosotros, escribiendo en nuestros corazones la Ley, para devolvernos a ser novias parecidas a Él, en la fidelidad y en el amor crucificado que llega también al enemigo.

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Rosa Mística